jueves, 25 de febrero de 2016

Zafra en Matanzas, ¿cuestión de mala suerte?



A lo lejos ya se siente el olor a caña, a guarapo, a azúcar. El humo casi blanco anuncia que la molida es de nuevo una realidad en el México. El ir y venir de los camiones cargados se adueña de la carretera, reafirmándose en el cálido pavimento como los reyes del camino.

El polvo en la vía y las combinadas en los campos de cultivo devuelven la vida a los senderos más intrincados de la parte central de la provincia. Los atajos cercanos al antiguo ingenio Álava recobran el regocijo de ver nuevamente sus sendas henchidas de la larga fila que forman los vehículos, aguardando para descargar el preciado alimento.
Nada de ello es comparable a la ilusión de los habitantes. El corte, la transportación, la extracción del jugo y todos los procesos que darán origen al azúcar, salen de las manos de quienes habitan los alrededores de los colosos, pues estos constituyen la principal fuente de empleo en cada uno de los bateyes.

Hablar de zafra en Matanzas, es casi tan emocionante como debatir de pelota. Cuando se toca el tema afloran sentimientos encontrados, que pueden ser comparados con los del pasatiempo nacional: nostalgia de épocas pasadas, estrategias que se engavetaron, descontento con lo que pudo ser y no fue, sueños de volver a alcanzar la cima, incertidumbre…
TROPIEZOS EN LA MOLIDA
Y es que resulta difícil olvidar experiencias anteriores, tampoco se trata de eso, sino de aprender de los reveses. Por ello cuando se menciona la zafra aflora el silencio o la algarabía, en dependencia del escenario en que se discuta.
Dificultades como el tiempo perdido por roturas e interrupciones operativas, la insuficiente reparación de los colosos, la baja capacitación del personal, e incluso, la falta de exigencia y control administrativo, mellaron con anterioridad el desenlace de las campañas, propiciando que aun disponiendo de materia prima, no se cumplieran los planes productivos programados desde 2011.
Sin embargo, este año la zafra prometía otro rostro. Luego de un fructífero periodo de reparaciones y despojados de los rezagos de las anteriores campañas, los matanceros dieron el pitazo de arranque, el pasado 30 de noviembre, en el central Jesús Rabí.
Con posterioridad se incorporaron el René Fraga, el Mario Muñoz y finalmente el México, completando el cuarteto, que mantiene en la provincia, la responsabilidad de producir azúcar. Los tres primeros adelantándose a la fecha de inicio planificada.
Diciembre resultó efectivo, así lo demostraron los indicadores: se cumplía la zafra chica con la fabricación de 9 mil 25 t de azúcar, indicador que no alcanzaban desde el 2011 y los ubicaba en la avanzada a nivel de país, hasta ese momento.
Pero el 2016, no empezó con buen pie. Las intensas lluvias que azotaron al territorio retrasaron la molienda en los centrales. Conspiró además contra el rendimiento la calidad de la materia prima, inconveniente provocado por las condiciones climatológicas desfavorables para el desarrollo del cultivo: en el periodo lluvioso no precipitó, y cuando debían concentrarse los jugos y madurar la caña, llovió.
Así, una tras otras se fueron acumulando las toneladas dejadas de moler y hasta el pasado 18 de febrero, se incumplía la zafra en más de 23 mil 741t de azúcar.
Según explica Abilio García Ales, jefe de la Sala de Control y Análisis de la Empresa Azucarera Matanzas, "las condiciones climáticas han sido directamente proporcionales a los resultados de la industria,pues los centrales se repararon bien y se ha demostrado que cuando no falta la caña muelen alto. Las estadísticas hablan por sí solas: la semana que cerró el 7 de febrero aprovecharon la Norma Potencial al 72.4%, en la que culminó el 14 al 79.3% y esta última al 81%.
Señala también que si bien la calidad de la caña ha mejorado, todavía no se obtienen los valores óptimos de brix (cociente total de materia total disuelta en un líquido) y pureza. Entre los de mejores resultados sobresalen el México y el Rabí.
AZÚCAR EN TIEMPOS DE LOCURA CLIMÁTICA
Los trastornos del tiempo han ocasionado más de un quebradero de cabeza. Antonio Miguel Sedré Cabrera, jefe de producción del central Jesús Rabí, explica que el 18 de febrero su industria debía al plan, entre ocho y nueve días, el equivalente a 2 mil 263 t de azúcar.
Además de unas 248 horas perdidas por lluvias, el central muele por debajo del rendimiento planificado, con un 15 o 17 de Brix (cociente total de materia seca disuelta en un líquido), cuando podría estar en el orden de los 20 o 21, debido a la poca concentración por la falta de fríos y las precipitaciones recientes.
Con el propósito de reducir la deuda, la industria se propone el logro de 300 t diarias. Por ello fuera de la fábrica, la faena tampoco recesa.
La organización constituye factor medular para que no se produzcan baches en el central, por ello la mudanza de las combinadas no debe coincidir con el cambio de turno, a fin de que exista siempre materia prima para moler.
“Programamos el corte según tres elementos fundamentales: la estrategia, o sea, está previsto cortar de acuerdo con la cepa; según el índice de madurez; y que las unidades estén más o menos al mismo por ciento para que las labores agrícolas posteriores al corte fluyan”, comenta Armando Lovelles Chávez, director UEB Atención a Productores.
“La humedad no es un problema hoy. Los campos presentan una situación favorable para cosechar, con algunas limitaciones en función de la calidad de la planta relacionadas con rebrotes debido a las lluvias de los meses anteriores.
“Lo negativo de la humedad para el ingenio, ha sido positivo en el nivel de producción agrícola. El estimado nuestro está por encima del 113 por ciento, pues existe mayor cantidad de caña en las áreas cortadas de la que previmos. Estimamos para el año 522 mil 385 t, al central le planificamos 422 mil 385. En total el Jesús Rabí ha procesado más de 220 mil t”.
Pese a las dificultades Eliecer Alfonso Paret, director del central Jesús Rabí, aclara que si este se ubica entre los ocho primeros del país por sus resultados es gracias a los productores. “La administración debe continuar atendiendo diferenciadamente a los trabajadores, sobre todo en lo referido a su alimentación. También hay que escuchar sus preocupaciones, pero la motivación es alta”.
TOMÁNDOLE EL PULSO AL CENTRAL
A sus 21 años, Renier Martínez Suárez siente la responsabilidad de velar porque el México produzca azúcar con eficiencia. Él es molinero, y de los buenos, aseguran sus compañeros de trabajo.
Cuando terminó el servicio militar optó por esta labor. Se superó “preguntando y en la práctica”, y aunque aspira algún día llegar a ser puntista, ahora se concentra en que todo salga bien desde su puesto. “Tratamos de superar las fallas y extraer la mayor cantidad de guarapo, hay que estar atento porque si le pones mucha agua sale mal mezclado”.
Optimista también se muestra Marcos Barceló López, pailero B, quien afirma que la tropa está mejor preparada y piensan recuperar lo perdido.
María Elisa Diviñó Domínguez, jefa de turno y de seguridad y protección, legitima desde el laboratorio, que pese a los contratiempos “aquí se produce azúcar de buena calidad, el ingenio muele alto y estable para ello”.
Allí se controla el resultado de cada proceso, desde la obtención del primer jugo hasta la miel final. “Existe una recogedora de muestras que trae los jugos y productos terminados, mientras que las mieles y las masas las traslada el personal de las casas de calderas”.
Mientras, la dinámica no cesa dentro de la compleja maquinaria, Jorge Luis Bregio Bejerano, director del central explica: “el plan nuestro es de 29 mil 300 t, hasta la fecha hemos obtenido 4 mil 747 t y mantenemos un retraso de 5 mil t. Tenemos un plan diario de 264 t que es el máximo de producción del ingenio y tratamos de hacer entre 276 y 300 para recuperarnos”.
Esa forma parte de la estrategia asumida por la dirección del México para recuperar las jornadas perdidas. “No llegamos a 20 días trabajando, arrancamos el 4 de enero y paramos por lluvia. Volvimos a incorporarnos sobre el 11 y nos detuvimos, así ha ocurrido indistintamente.
“Además perdimos 2,4 días de tiempo industrial. Las principales dificultades radican en roturas en una banda de goma y disparos por altos y bajos en el nivel de las calderas. Vamos a la zafra con cuatro meses y hemos molido solo uno, porque arrancamos tarde por el agua. De comportarse con seca marzo, abril y mayo, tenemos posibilidades de hacer un buen plan“Contamos con un personal joven que hemos capacitado. A pesar de su corta experiencia está dándole el frente a la zafra. Conspira que el ingenio estuvo parado seis años, se quedó quien se mantuvo trabajando en la industria”.
Pese a los obstáculos que en esta ocasión impuso la naturaleza, el optimismo no merma, y aunque son muchos los que desconfían de un final feliz, las esperanzas no se pierden entre los azucareros.
Sin embargo, no basta con la convicción, queda un largo camino de escollos por sortear. Aprender de los errores cometidos en campañas anteriores, escuchar a quienes han dedicado su vida a tan necesario oficio y sacar provecho de las inversiones, constituyen guías para producir azúcar y hacerlo bien.

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