Con
expresión de alivio en el rostro, María atraviesa la puerta. Ya fuera del
consultorio, se detiene a conversar con una vecina: “Muchacha, al fin vine a
hacerme la prueba esa. Me habían llamado a la casa no sé cuantas veces. No
podía inventar más excusas; me desagrada mucho y tuve que reunir valor para
decidirme”.
En la
sala de espera quedan varias mujeres. Lucía tiene alrededor de cincuenta años
y, nerviosa, le dice a la que está sentada a su lado: “Me pone mal venir a
hacerme esto. El espéculo molesta y si no fuera porque es para bien mío, aquí
no me veían ni el pelo”.
La
muchacha, que hasta ahora la escucha con los ojos muy abiertos, le confiesa que
para ella será la primera vez. Leticia acaba de cumplir 25 años y acudió
enseguida porque su mamá le dijo que no dolía nada. Entonces, la llaman.
Empieza a sentir una cosquillita en el estómago, miedo. “Si esa mujer, que
seguro hasta parió, se encuentra asustada, seguro que duele, aunque sea un
poquito”.
Sin
embargo, todo tarda pocos minutos, solo percibe una molestia para nada
dolorosa. Además, utilizan el kit desechable, con su sábana y espéculo. La
higiene y la afabilidad de la enfermera le infunden seguridad. No entiende por
qué se teme a un proceder tan sencillo.
GRACIAS A PAPANICOLAU
A
principios de la década del 40 el doctor griego Georgios N. Papanikolaou
(1883-1962) identificó células cancerosas en muestras tomadas del cuello del
útero, a partir de lo cual desarrolló un
examen que permitía la detección temprana del cáncer cérvico uterino y,
por ende, la reducción de la mortalidad por su causa. Este aporte revolucionó
la ginecología.
Aunque solo cada tres años las
féminas acuden a realizarse la prueba, quienes atienden el programa de
citología en Los Arabos, permanecen en constante actividad. Según explica Ana
Celia Apecheche Duarte, subdirectora de asistencia médica en el territorio: “Es
un ciclo. El mismo mes en que la mujer cumple los 25 años inicia, se ejecuta
cada tres años y culmina cuando salen del programa a los 64 con tres exámenes
consecutivos negativos”.
La citología persigue detectar y
evitar a tiempo el cáncer cérvico uterino y atenuar o solucionar esta
enfermedad con un tratamiento que impida la muerte. De ahí que la revisión y
seguimiento de quienes estén comprendidas en esas edades devengan procesos
necesarios. En este apartado municipio, la población femenina se distribuye en
los 21 consultorios existentes, cubiertos con médicos y enfermeras, y es
atendida por dos grupos básicos de trabajo.
“De forma sistemática se mantiene
el control y el censo actualizado de las pistas familiares. Además,
en los consultorios se emplea el tarjetero de citología. Se cita en la fecha
que corresponda, a través del equipo básico de salud”, añade Apecheche Duarte.
Contrario a lo que
muchas pudieran pensar, el examen es muy sencillo y beneficioso, solo resta desterrar
prejuicios. Para su ejecución, la fémina se acuesta
en posición ginecológica, se le coloca el espéculo en la vagina, este se abre
suavemente para ver el cuello del útero y se toman muestras de células del interior
y de los alrededores.
Luego, se
extienden en un portaobjetos o lámina de cristal, se fijan y envían al
Laboratorio de Citología del Hospital de Colón, cuyo resultado estará en 15 o
20 días. La observación y el análisis de los tejidos permiten comprobar su estado
y así hallar anomalías, incluso asintomáticas. Detectar tales cambios
morfológicos asegura un diagnóstico precoz, que facilita el tratamiento y
aumenta las probabilidades de una favorable evolución.
Para velar por la efectividad de
la prueba se observan varios requisitos. La paciente debe hacerse la citología
a partir de los siete días de culminado el ciclo menstrual. Además, 72 horas
antes no puede mantener relaciones sexuales, ni someterse a tratamientos
vaginales, duchas vaginales o realizarse
otro procedimiento en esta región, pues puede alterarse el proceso de la toma
de muestra.
Como otro mecanismo de atención a aquellas
cuyos exámenes den resultados positivos, están establecidas las consultas de
seguimiento. Vale aclarar que un resultado de este
tipo no siempre implica la existencia de cáncer, puesto que las lesiones pueden
ser benignas, o tratarse antes de que se transformen en él.
CONTRA
LA RESISTENCIA
“Aunque es un trabajo difícil,
hemos disminuido el número de mujeres que se niegan”, defiende la enfermera
Danoris Estévez Borges, responsable del Programa Cérvico Uterino. Aunque pudiera parecer contradictorio,
todavía hay quienes ofrecen resistencia. “La mayoría son féminas por encima de
los 40 años, con más frecuencia se evidencia en las que sobrepasan los 60. Sin
embargo todas las condiciones están creadas, incluso disponemos de un kit de
citología que da más confianza”, agrega.
Gracias a la perseverancia de las
autoridades sanitarias, hoy de 63 mujeres negadas al cierre de 2014, se rescataron
29, datos que varían. Con el propósito de brindar atención personalizada y
continuar en la labor preventiva se han adoptado estrategias. “Contamos con el apoyo de una de las
especialistas del laboratorio de Patología de Cuello de Colón, que tiene
experiencia vasta en el análisis de la citología y participa con nosotros los
lunes, asumiendo a las que tienen mayores dificultades”, expone Apecheche
Duarte.
Sobre las féminas que se resisten
a realizarse la citología, el equipo básico de salud mantiene un seguimiento
mensual. A ello se añade la participación en interconsultas con un psicólogo
que visita los consultorios. “Siempre buscamos los mecanismos para que
entiendan la importancia del procedimiento y no sigan en la ignorancia. Que
sepan que existen casos de fallecidas por esta causa, cuestión prevenible con
la prueba citológica, pues existe el
tratamiento convencional y quirúrgico para tratar el cáncer”, analiza la
subdirectora.
Hoy el sistema de salud cubano brinda la
oportunidad a cada mujer de someterse al
examen sin costo alguno; mas, algunas se niegan y dejan que el miedo se haga
cómplice de la enfermedad, el reto está en apartar estas inseguridades y dar el
primer paso.
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